viernes, 30 de marzo de 2012

Mala madre



En el Primer tecleo escribí que una de mis motivaciones a abrir el blog era que ya seguía unos que me encantaban por su naturalidad y buen sentido del humor. Uno de ellos se llama mamaenalemania.blogspot.com, el cual disfruto a montón porque es una española (me cuaja de la risa el acento y desparpajo de los españoles) que tuvo que mudarse a Alemania por cuestiones del trabajo de su esposo y abrió su bitácora de adaptación a este cambio desde la perspectiva de una madre de dos “polluelen” como ella les dice. Y uno de sus últimos post, titulado Yo tarzán, tú mamá, trata lo del síndrome de mala madre que todas sentimos en mayor o menor cantidad, mientras tratamos de hacer lo que creemos mejor para nuestros vástagos.

A mí la sombra de mala madre me persigue desde que mi esposo me decía que yo estaba embarazada y yo le contestaba que no porque "no sentía nada". Él tuvo razón y en todos estos tres años y medio de vida de mi Sebas he sentido la mirada culpadora de mala madre porque no ando detrás de él por toooodo el parque. Por supuesto que no lo dejo sólo en una montaña rusa pero tampoco hago de guardaespaldas en cada escalón que lo sube al tobogán, ni desinfecto toooodo lo que va a tocar en la calle. ¡Por favor!

Además, mi niño es súper independiente (no sé si por esto mismo de no andar encima de él y eso que es mi primer hijo) y muy poco le gusta ir de la mano en la calle, sino a su propio ritmo. Por eso, algunas veces él va detrás o yo adelante o viceversa, hasta que alguien lo para y le pregunta: "¿Estás sólo pequeño?" y él, contestando con fastidio al pesado entrometido, responde. "No, ¡mi MAMÁ está allí!". Allí, yo que le he estado viendo sin apabullarlo, sonrío, intercambiamos miradas de complicidad y siento que no lo he hecho tan mal.

Pierina

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